En el relato del narrador del Hipódromo Ahmedi, en Kuwait, inentendible para el af cionado de este lado occidental del mundo que no hable el idioma árabe, sin embargo hay una palabra que se escucha nítida, clara: Luciano. Esa palabra remite al nombre de nuestro Luciano Cabrera, el jockey argentino, oriundo de Lincoln, que afronta la segunda temporada en el turf tan lejano como exótico de aquel lugar del mundo, y que ha logrado un nivel de aceptación en el público de aquel país que lo convierte en el más kuwaití de los argentinos.

“Estoy muy contento por cómo marcha esta segunda temporada de la que llevo tres meses y en la cual ya gané 18 carreras repartidas entre los hipódromos de Messila, Al Farwaniya, Jahra y Ahmedi, en los que compito de lunes a jueves. La verdad es que soy bastante popular acá”, cuenta el profesional que está instalado en Kuwait desde el mes de octubre y seguirá allí hasta abril, en el segundo capítulo de su vínculo con las familias Bin Gayam y Safar, que lo contrataron como uno de sus jockeys exclusivos.

En un turf sin apuestas, Cabrera ya se ganó el corazón de los af cionados locales, quienes lo llaman así, Luciano a secas, y él se comporta como uno más tras haber asimilado en un muy corto tiempo las costumbres y hasta la alimentación, diferentes a la de Argentina: “Las comidas son a base de arroz, pollo y un poco de picante. Y obviamente que aquí no se permite el alcohol”, subraya una de las diferencias que muchos argentinos conocieron durante la disputa del Mundial de fútbol en Catar, país a kilómetros de distancia del que hoy habita el jockey. Justamente, Luciano vivió muy lejos el desarrollo del Campeonato Mundial de Fútbol y los festejos posteriores por la tercera copa para la Selección Argentina, pero en verdad no sintió los 13.710 kilómetros de distancia porque los compañeros de trabajo y amigos que hizo en todo este tiempo en aquel país lo hicieron vibrar como si estuviera en el suyo. Un video en el que se lo ve festejar con la camiseta alternativa y le corean en una mezcla de árabe con argentino resulta el mejor testimonio. La semana pasada Cabrera ganó dos cotejos de grado sobre 1800 y 2000 metros respectivamente y los cuales tuvieron un premio especial: un auto 0 km. “Del valor del auto mi comisión es un 10 por ciento”, explicó el jinete bonaerense. En la ceremonia de entrega de premios de esas carreras se sintió Messi por un momento, ya que uno de los integrantes de una de las familias que lo contrataron, además del trofeo -una llave de acrílico de unos 60 centímetros de largo le colocó una capa con bordes dorados similar a la que el emir de Catar le entregó al 10 de la Selección.

Con 6 meses en el turf kuwaití, Luciano Cabrera agradece estar atravesando esa valiosa experiencia de conocer la actividad de aquella región y reconoce, además, que sin el apoyo de su familia no hubiese sido posible: “Si mi esposa Claudia y mis hijas Anto, Luciana y Luna no me bancaran como lo hacen, seguramente yo no hubiese podido estar acá”, concluye el jockey que compite con un casco con los colores celeste y blanco de la bandera argentina.