En las últimas semanas, la Cámara de Agencias Oficiales de la Lotería y Afines Bonaerense (CAOLAB) le solicitó una entrevista al gobernador,  Axel Kicillof, para analizar herramientas que mejoren la ecuación económica del sector ante la pérdida  constante de clientes. 

La entidad pide que se habiliten en sus locales una  serie de juegos, entre ellos, máquinas de resolución  inmediata de juegos lotéricos, apuestas deportivas y la venta de créditos para la modalidad online.  

Desde nuestra perspectiva, son todas opciones que resultan competencia directa de la actividad hípica dentro de locales que tienen a mano la posibilidad de vender apuestas para carreras de caballos y en la mayoría de los casos optan por no hacerlo.  

En más de una oportunidad se ha reclamado a la Lotería de la Provincia de Buenos Aires la ampliación  de la red “Pingazo” en el territorio que, según las zonas, necesita de adecuaciones técnicas. 

La pregunta que debemos hacernos es por qué teniendo los agencieros la necesidad de ampliar sus  ventas, no consideran al turf como una variante adecuada para ello. 

La respuesta tiene aristas económicas y comerciales. Por un lado las quinielas dejan un mayor porcentaje de ganancia, que se incrementa según volúmenes de juego. Por el otro, la dinámica del juego hípico atenta contra ese movimiento. La costumbre  de jugar sobre la hora con cierta celeridad confronta contra el trato más amable e individual que los  agencieros intentan dispensarles a sus clientes de  otros juegos. Además, la predisposición a permanecer en el lugar para esperar la largada de alguna  carrera o la resolución de una jugada múltiple, genera incomodidades por los espacios físicos de los  establecimientos. Y también algún grito exacerbado en momentos poco propicios. 

En definitiva, vender apuestas de carreras enfrenta  a los agencieros a algunas complejidades y entonces la actividad encuentra limitantes para ampliar  los puntos de venta.  

De lo que no hay dudas es que el aporte de estos  puntos es sustantivo. Basta con observar que un sábado San Isidro puede lograr una recaudación superior a los $ 100 millones para luego un domingo  –que no funcionan agencias lotéricas ni en provincia  ni en CABA– caer al orden de los $ 65 millones.  

Si bien no es una tarea sencilla, sería importante  que se encuentre algún mecanismo para tentar a  los agencieros que no venden “Pingazo” a que sí lo  hagan como alternativa para mejorar sus ingresos. 

El tema de los domingos es clave porque cada vez  queda más en evidencia la necesidad de encontrar  una solución para una jornada en la que se regalan recursos. Explorar ecuaciones económicas más  favorables para los agencieros parece ser la única  alternativa viable.  

  

En otro orden completamente distinto, hay que mencionar que la semana pasada se publicó una modificación al Artículo 25 del Reglamento de Carreras  de la Provincia de Buenos Aires. La norma armonizó  el reglamento en territorio provincial con el que rige  en el Hipódromo de Palermo en lo que respecta a  sanciones por doping.  

En ese sentido, se redujeron los plazos de sanciones  para drogas de las categorías A y B, adecuándolas  a los estándares internacionales y achicando la brecha con relación a las que se aplican en el hipódromo porteño. Para el resto de las categorías no hubo  modificaciones sustantivas. Pero al mismo tiempo  se impusieron sanciones más duras si el infractor es  reincidente en el plazo de 3 años. 

El cambio debe ser debidamente interpretado por  los profesionales para que luego no haya quejas sobre las sanciones que se les aplican.