Alguien puede imaginar que en un país cuya futura canciller insta a los empresarios privados a que analicen hacerse cargo del costo de un gasoducto, haya espacio para que el turf maneje discrecionalmente fondos que recibe por ley y que indirecta y morosamente pasan por un Estado como el de la Provincia de Buenos Aires?

Para PALERMO BLANCA nunca está de más aclarar que esas sumas, del denominado fondo de la reparación, provienen de las ganancias que obtienen las tragamonedas bonaerenses, no del erario público. Pero es vox populi que se demoran las liquidaciones porque se distrae la plata que debe repartirse por ley entre los hipódromos y entonces los pagos de premios se van aplazando. San Isidro anuncia pagos de reuniones que se disputaron 45 días atrás, y ya se sabe que la inflación carcome cualquier ingreso, no sólo los sueldos.

Pero no hay que resignarse o conformarse porque “total, ese dinero viene de arriba”, como si se tratara de un plan de desempleo eterno. En los inicios del fondo de reparación -cuando muchos en el turf se ofendían si se lo tachaba de “subsidio”-, cundía la idea de que era una cuestión temporal o circunstancial porque en algún momento -y finalmente- se autorizarían los slots en los hipódromos.