Pero Pablo Falero, como ya todos lo saben, se retiró de su profesión para dedicarse a la de entrenar -de hecho la fondista va a quedar a su cargo- y la responsabilidad de dirigirla recayó en Juan Cruz Villagra, jinete que ya la había conducido aunque sin la misma suerte que corrió esta tarde la de La Celeste cuando hizo suyo el Clásico Apertura (G2), primera prueba fuerte para las galopadoras sobre el césped porteño. Una faena del piloto cordobés que obliga a los entendidos del comienzo a modificar su pensamiento. 

Porque Villagra corrió a Joy Revolucionaria como si fuera Falero. Relajada, por los palos, en una quinta colocación, mientras que adelante French Beach enseñaba el camino perseguida por la favorita Gianella.

Y en la recta llegó lo mejor de la hasta hoy pupila de Miguel Cafere. Porque avanzó pegada a los palos en forma gradual. Y a la altura de los 300 fue sacada hacia afuera por Villagra, pero sin ser puesta a correr todavía por el jinete cordobés; sino siendo escondida (a la manera del ídolo uruguayo) detrás de la yegua de Sta. Elena que ya había dominado con aires de ganadora.

Cuando Villagra lo consideró necesario sacó de atrás de Gianella a Joy Revolucionaria, la zambulló en busca de la victoria y la encontró con una precisión quirúrgica en la raya y por la cabeza.

La barra uruguaya se mostró feliz en la foto del podio, mientras que a distancia, en Uruguay, Pablo Falero festejó el triunfo de la presentada por Miguel Gómez con emoción, horas antes de su retiro en el Hipódromo de Maroñas, y le comentó a REVISTA PALERMO: "El mérito de esta victoria de la yegua es de Miguel Cafere y de Juan Cruz Villagra. Yo en lo único que colaboré es en haberle hecho la partida final...", concluyó con una humildad sólo propiedad de los grandes.