Fue puro deporte. El triunfo del caballo brasileño Doutor Sureño tiene su razón en la esencia de las carreras: corrió más que todos en el Gran Premio Latinoamericano (G 1), en San Isidro. Esto se dice porque el pasado está lleno de fracasos argentinos por distintos motivos, como desistimientos, falta de interés, viajes complicados que pasan factura con una reaparición local que demanda mucho tiempo.

Pero esta vez no fue así. Corrieron los mejores argentinos; los problemas de desarrollo que pudieron verse son los normales en el ardor de un Grupo 1, con muchos caballos pugnando por ganar su lugar en la pista. Por caso, Natan no pudo atravesar una pared que se le presentó en la recta final, cuando iba por dentro. Un inconveniente de carrera rutinario cuando hay que decidir en un segundo o no hay espacio para cambiar la línea.

El Latino sufrió en el pasado episodios desagradables, en los que sobre todo los profesionales locales hacían sentir esa condición en el terreno, más allá de los reglamentos. Decía Jorge Valdivieso en una entrevista de REVISTA PALERMO publicada en la edición Rosa del mismo sábado: “A todos nos gusta correr el Latinoamericano, pero no ganar de cualquier manera. Puede haber mucho en juego, pero también está la vida de un profesional, de todos los colegas. Primero hay que cuidar al compañero y después, ganar”.

Amargado, el más destacado jockey argentino del final del siglo pasado y el principio del actual, ganador dos veces de la carrera, incluso en esos triunfos debió sobreponerse a embestidas de jockeys visitantes, que “casi me voltearon”. Y hay un dato que le da la razón a Valdi cuando dice: “Acá los argentinos dejan correr y, en Maroñas, los uruguayos también”. Los caballos foráneos ganaron ocho de doce entre San Isidro, Palermo y La Plata; tres de cuatro en Maroñas, Uruguay; Brasil está invicto, siete de siete; Chile ganó 9 de 11, y Perú acredita las cinco que se corrieron en Monterrico.

Esas conductas, casi nunca sancionadas –increíblemente, Guillermo Sena fue suspendido por molestar con El Sembrador en Gávea y en el Club Hípico de Santiago de Chile–, se redujeron en los últimos diez años.

Y como suele suceder con los enormes caballos argentinos, el mismo día, en Santa Anita Park, California, Didia conseguía el pasaje a la Breeders’ Cup Filly & Mare Turf (G 1), del 4 de noviembre en el mismo escenario, al ganar el Rodeo Drive Stakes (G 2), como se informa en esta edición, en el Panorama Internacional. Así, habrá dos yeguas argentinas en la espectacular tarde, pues Belleza de Arteaga correrá el Distaff. Didia es entrenada por Ignacio Correas. Nunca se cortó esta tendencia en la que no hay correlato ni carácter transitivo entre lo que ocurre aquí y allá, cuando se trata de competir.

Gente en la calle

A las puertas de Palermo, por Libertador, una manifestación de entrenadores, sin obstruir circulación ni carreras, pedía aumento de premios, el viernes pasado. Estaban apoyando Mariano Fragueiro y Tatino Ibáñez, dirigentes de Propietarios; el primero fue recibido por autoridades del hipódromo. “Tendría que haber habido más gente”, se quejaba una profesional, sobre todo por la ausencia de criadores. “El gremio no sube al escenario y sin ese respaldo, no podemos reclamar. Llevaron un petitorio hace unos días y si se llega a cumplir un punto, los felicito. Me gustaría que mi gremio me defendiera y que el que manda en Palermo nos atendiera”.

Algunos recordaban que, cuando se llevó una gatera hasta Lotería para otra protesta, antes de que se establecieran las tragamonedas, sí estaban allí las autoridades de Hipódromo Argentino SA. Y apuntan que esta crisis puede ser terminal, como era aquella. Un juego no puede subsistir sin el otro, al menos en la Ciudad de Buenos Aires y en Palermo. A veces se olvida este punto. O conviene hacerlo.